En su último disco, busca "una galería infinita" de temáticas y sentires, que incluyen la culpa, el desarraigo, los conflictos sociales, el silencio, el abandono y el principio de la fe.
“Me gusta pensar las canciones y las obras como si fueran colores, como si entraras en una galería” definió Agustín Cruz, Acru, sobre su proceso creativo en una charla con LA CAPITAL, días antes de su llegada a Mar del Plata, donde este viernes 13 de octubre compartirá toda su energía y dominio del rap, en GAP. Y luego de la particular experiencia de haber presentado por primera vez en vivo su tercer disco “El DON” -un trabajo que le requirió un proceso de cuatro años- en el Luna Park.
Acru destacó la importancia para su carrera y para el género de haber tocado en ese mítico lugar y confió el difícil proceso para lograr que el álbum contenga su ADN artístico, priorizando sus necesidades y principios, yendo a contracorriente de la demanda constante de la industria y el público.
De esa forma gestó la “galería infinita” que presenta letras relacionadas a la culpa, el desarraigo que atravesó por venir del norte del país, los conflictos sociales, el silencio, el abandono y el principio de la fe. Topicos en los que fue buscando “nuevos decires, cosas que quizá uno cuando era más chico tenía la sensación, pero no tenía la palabra y ahora, a mi forma, lo pude plasmar”.
El artista de 26 años, se mostró contento de volver a Mar del Plata, “una ciudad que siempre me ha acompañado, que siempre está presente, que respeta la propuesta de uno“. Para el público local que ya lo conoce y para quienes lo descubran en esta fecha propone “un show dinámico, variado, energético, con diversos momentos. No se queda en un solo color o en una sola textura, sino que se mueve. Creo que justamente eso es lo que impacta a la gente que nos viene a ver por primera vez”.
En cada presentación en vivo, Acru referente del género busca demostrar la impronta del rap “más allá de su diversidad en composición, la complejidad que tiene, los tecnicismos, las expresiones, las frases, la entrega energética física, la musicalidad que tiene”.
“Cuando era chico quería tener una banda, poder formar esta impronta del rap con banda. Ahora entiendo más los colores, las texturas y estos años de profesión y entregarse, se están empezando a ver desde un lado nuevo y da mucho gusto” reflexionó en la charla.
– Estrenaste “El DON” en el Luna Park. En general los artistas suelen terminar su gira en el Luna, vos arrancaste. ¿Qué significó hacer una Park de esta manera en tu carrera?
– La verdad que pasar por el Luna Park es una vivencia mítica y un sueño que creo que todo músico de nuestro país quiere vivir. Fue como un gran premio, momento de consolidación muy positivo. Decidimos abrir ahí el tour porque sentimos que son varios años de trabajo alrededor del álbum y necesitábamos salir a cargarnos de esa adrenalina para lo que implicaba la gira que íbamos a transitar.
Que un álbum de rap y el género esté pudiendo llegar a una sede tan mítica habla del crecimiento, del desarrollo que está teniendo esta música en el mundo y, además, el hito que permite que un rapero pueda llegar a una sede tan especial. Ese pack nos dio lo necesario para movernos con está calidad que tenemos que entregar a donde vayamos.
– En el disco atravesás muchas emociones y en la composición, me imagino, tuviste que ir atravesando esos estadíos para lograr poner en palabras eso que muchas veces sentimos, pero que no terminamos de descifrar. ¿Fue difícil? ¿En quienes te apoyas?
– No fue un proceso fácil la composición. Yo quería hacer un álbum a mi ADN artístico y una propuesta artística a mi decir, mi sonido, mi estética, puesta, show, video, el tecnicismo de composición. Es lo que traté de buscar y creo que por suerte lo pude conseguir. Pero empujar todas esas aristas no fue fácil.
Hubo un gran entrelazamiento de cosas para que suceda: dar con la gente adecuada, tener la canción correcta, cargarla de la musicalidad necesaria, todo eso tomó su tiempo, estos cuatro años. Fue muy productivo, siento que me ha enseñado mucho más sobre el oficio y sobre todo lo que conlleva la obra que uno quiere hacer. Fue arduo, por momentos costaba un poco más sostenerse y encontrar el horizonte, volvía a la charlas con mi viejo, que es con quien empecé todo esto y con quien empecé a compartir mis necesidades de hacer esta música hace muchos años.
Conté siempre con el apoyo de Veeyam -el productor del disco- junto a mi equipo de trabajo que me acompaña diariamente. Hubo mucha gente que respeta esta propuesta artística y que me acompañó mucho para que pueda suceder y que la gente lo reciba de la forma en que lo recibió en el Luna, en San Luis, en Mendoza y todo lo que nos queda el tour.
-¿Cómo haces para no sentir que te están corriendo -una industria y un público masivo que todo el tiempo quiere cosas nuevas y estímulos- y tomarte el tiempo para el proceso?
– No fue nada fácil, la verdad. Uno a veces toma ciertas decisiones que van en contracorriente, pero creo que a las personas que tratamos de seguir nuestro propio curso y buscar ese crecimiento auténtico, a veces no nos queda más que ir hacia adentro y entender que tipo de proceso estamos buscando. Una vez que el material se publica es de todos, pero hasta entonces no.
Mi obra, lo que han sido los últimos años es muy loco. De repente estoy cantando canciones que tienen 10 años, 6 y veo la conexión de la gente y cómo se emocionan, la gritan, cantan y la hacen nacer de vuelta ahí en vivo y me doy cuenta de la importancia que tenía tomarme mi tiempo y tratar de buscar esa palabra, esa expresión, esa imagen que realmente identifique. Eso hace que las canciones sean atemporales.
Mis canciones han tomado un poco más de tiempo, pero si hoy voy al vivo y veo esa sensación con una canción de tantos años, me hace sentir que uno va por el camino correcto. Trato de seguir esa brújula interna, que a veces es difícil con tanto estímulo e imágenes y todo lo que hay alrededor. Creo que la gente viene encontrando desde hace un par de años en mi obra un ascenso y principalmente como artista siento que estoy en el camino correcto.
– En tus letras y videos de Burning, Josear, ¿Dónde está Dios? destacan creencias, conflictos sociales vinculados con el norte. ¿Hubo una búsqueda de representar eso que en las grandes ciudades son problemáticas ya resueltas?
– En principio me gusta pensar las canciones y las obras como si fueran colores, como si entraras en una galería. La idea es que cuando entres, la propuesta te pueda meter como en un tunel y vayas viendo las distintas cositas que la van componiendo, que las canciones que vengan, sigan sumando a ese tunel o a esa galería infinita. Siento que hay canciones en las que ya he dicho algunas cosas y están publicadas, hay que buscar nuevos decires.
Algo que me faltaba era un disco que hablara de la culpa, del desarraigo que uno vivió por venir del norte siendo chico, canciones que hablaran sobre el conflicto social que se vive en los barrios marginados, del principio de la fe. Son canciones que no tenía y que voy buscando.
Estoy muy contento con ciertos decires de este álbum, porque quizá uno cuando era más chico tenía la sensación, pero no tenía la palabra y a mi forma lo pude plasmar. Ver cómo la gente está recibiendo puntualmente estas canciones me da mucho orgullo porque uno se la jugó mucho en decir ciertas cosas y en compartirlas. Sentir como interpelan a la gente es muy positivo.
– Y que también les genere un nuevo debate, que se puedan apreciar otros conflictos…
– Si ni hablar, hoy en día creo que hay mucha música y mucho estímulo que despersonaliza. El otro día hablaba con un amigo de eso, de cuanto hay que suena por así decirlo, pero no dice, o una rima que rima pero no te interpela, no te toca, no te conecta. A mí me pone contento saber que esta obra habla del desaraigo, de la búsqueda, de la construcción, del abandono, del silencio, de ciertos temas que incorporan un poco lo que estamos viviendo hoy en día.
– Por último, tenés una conexión muy fuerte con el fútbol y con Boca Juniors particularmente. ¿Cómo viviste la semifinal de la Libertadores y después de Neuquén el 3 de noviembre, el 4 es la final, vas a ir?
– Bueno tratare de venir a vivirlo acá con mis amigos del barrio, tengo muchos amigos con los que vivimos la final del mundial, la final de la selección contra Francia y dijimos “che tenemos que juntarnos en casa pero a ver a Boca”, así que seguramente lo vea ahí en el barrio, en San Martín, en Baires.
Y la semifinal se dio con una alegría y una incertidumbre, porque mientras estaba jugando el partido de ida nosotros estábamos en Luna Park tocando y estaba toda esa energía ahí al mismo tiempo. Después lo pude vivir un ratito antes de salir a Mendoza, el partido de vuelta, entonces fue una locura. Estaba acá terminando de hacer el bolso a los gritos, festejando con los chicos de la banda, fue muy especial la verdad.